Los obreros toman las riendas en Grecia, VioMe o de la quiebra a la autogestión.
En la convulsa situación laboral griega,
la decisión de los obreros de VioMe (Viomijanikí Metaleftikí, Industrial
Minera) de hacerse con las riendas de la factoría ha supuesto un
revulsivo para muchos otros trabajadores que, de pronto, comienzan a
vislumbrar la que podría ser su única posibilidad para conservar el
puesto de trabajo y su salario.
VioMe es una de las mil
empresas que semanalmente cierran sus puertas en Grecia desde el inicio
de la crisis. Solo que en su caso los problemas iniciados hace tres
años han finalizado con la ocupación de la fábrica y el reinicio de la
producción por parte de sus empleados bajo un sistema asambleario y
autogestionado. Situada en la segunda ciudad del país, Tesalónica, y
filial de Philkeram-Johnson (el mayor fabricante de azulejos y
materiales cerámicos de Grecia), la empresa se dedicaba a la fabricación
de materiales y productos químicos destinados al sector de la
construcción.
En 2009 y 2010, VioMe obtuvo beneficios por valor de 2,7
millones de euros, llegando a vender sus productos a las empresas
encargadas de construir el aeropuerto de Dubai, entre otras. Pero a
finales de ese año, coincidiendo con la irrupción de la crisis de la
deuda soberana en Grecia, la gestión del negocio comenzó a hacer aguas y
pocos meses después, en mayo de 2011, la empresa se declaró en
suspensión de pagos.
A partir de ese momento los empleados
trataron por todos los medios de mantener sus puestos de trabajo y de
volver a percibir sus salarios. Su propuesta de comprar las acciones de
la empresa, dejando claro que no se harían cargo de las deudas
acumuladas por la administración anterior, fue rechazada por los
propietarios. En la misma línea el ministerio de Trabajo denegó su
demanda de ayuda financiera, pese a contar con programas destinados a
desempleados que tratan de iniciar su propio negocio. Tampoco llegó a
materializarse una ayuda de emergencia de 1.000 euros prometida por los
responsables de Trabajo al no lograr el visto bueno de los de Hacienda. E
igualmente fue desestimada por el Gobierno la solicitud de crear un
marco legal que contemplara la creación de cooperativas laborales bajo
gestión asamblearia.
Llegados a este punto, la plantilla
consideró que la única respuesta razonable a la tragedia del desempleo
(que en Grecia ya se acerca al 30%) es que la fábrica pasase a manos de
los trabajadores y se estableciera un sistema de producción equitativo,
sin jerarquía ni explotación.
La propuesta fue recibida con
indiferencia por el Estado y con cierta frialdad por parte de las
burocracias sindicales. Solo el movimiento social acogió la noticia con
gran entusiasmo, y mediante una iniciativa de solidaridad desarrollada
dentro y fuera del país se consiguió reunir, durante los últimos seis
meses, el apoyo social y los fondos necesarios para poner de nuevo en
funcionamiento la factoría. A nivel internacional se sumaron a la
campaña intelectuales de la talla de Naomi Klein, David Harvey, John
Holloway, Silvia Federici o Raúl Zibechi. Pero además se recibió ayuda
económica de organizaciones populares y sindicales de América Latina y
Europa, así como un buen número de resoluciones de apoyo procedentes de
colectivos de muchos países.
Una empresa que comienza ahora
La
pasada semana, GARA se desplazó hasta VioMe para conocer de primera
mano la situación de la fábrica y las expectativas de sus trabajadores,
convertidos ahora en gestores de su propio destino. En una fría y húmeda
mañana visitamos unas instalaciones que comienzan a despertar del
letargo de meses.
Lo
primero que nos llamó la atención fue la ilusión en el proyecto y la
certeza de estar en el camino correcto. La crisis en el sector de la
construcción, que ha sufrido una recesión del 80% desde el inicio de la
crisis, no ha frenado el entusiasmo de los trabajadores a la hora de
poner en pie la factoría. Aunque el dinero procedente de donaciones y
conciertos de apoyo supone el presupuesto de los dos próximos meses, su
principal prioridad es comenzar a vender a los clientes las existencias
almacenadas, para poder dar paso a la nueva producción.
Dimitri
Nikolaidis, electricista y responsable del mantenimiento de las
máquinas, es uno de los 35 operarios comprometidos en el proyecto, toda
vez que los componentes de los departamentos de administración y
productos químicos rechazaran sumarse a la empresa colectiva. «Nos hemos
quedado trabajadores y técnicos -explicó Nikolaidis-; se fueron los
químicos y estamos buscando ayuda para esos puestos».
Sin
embargo, el principal obstáculo es la prolongada ausencia de ingresos.
Su última nómina llegó en setiembre de 2011, desde entonces -según
señaló- «tenemos serios problemas de supervivencia. Muchos sindicatos
nos ayudan con comida y por eso seguimos aquí, gracias a las donaciones
de muchas personas seguimos aquí luchando con coraje».
Durante
nuestra conversación, Nikolaidis mostró su firmeza y convencimiento en
el éxito de la empresa, subrayando que, en su opinión, «funcionará.
Además, no tenemos nada que perder, así que vamos a intentarlo con todas
nuestras fuerzas. Cuando no tienes nada ¿qué haces? ¿Te sientas en casa
a ver la televisión esperando a que Dios te de algo? A nosotros nos ha
dado esta fábrica así que la usaremos, lucharemos hasta el final,
tenemos que intentarlo».
Otro trabajador de la planta, Alekos
Sideridis, nos detalló la dura lucha sindical llevada a cabo durante los
meses en que la anterior dirección de la fábrica comenzó a reducir
salarios y derechos laborales.
«En 2010, cuando los problemas
económicos afectaron a la empresa, empezaron con los recortes y los
trabajadores intentamos negociar con la dirección, al tiempo que
iniciamos huelgas, paros de la fábrica, bloqueamos sus puertas....pero
no hubo respuesta. En abril de 2011 nos rebajaron el salario y un mes
después dejaron de pagarnos. Seguimos acudiendo al puesto de trabajo
para poder exigir nuestros sueldos pero sin producir más. Finalmente, la
justicia dictaminó que no podíamos ser despedidos mientras no
recibiéramos lo que se nos debía».
Durante todo ese tiempo
surgieron varias ideas sobre lo que se podía hacer. Finalmente se optó
por tomar la fábrica, como pago de lo adeudado, y reanudar la producción
para mantener el empleo. 35 de los 42 trabajadores apoyaron la medida, y
a partir de ese momento comenzaron a realizar turnos de vigilancia, 24
horas al día, para evitar que desmantelaran las instalaciones llevándose
los equipos o las existencias almacenadas.
Por el momento, no
han tenido ningún contacto con los anteriores propietarios, «en los
últimos dos años únicamente hemos mantenido conversaciones con el
Ministerio y parece que quieren hacer algo», pero no existe ninguna
propuesta formal. Sin embargo, la perspectiva de trabajar sin patrón es
una de las consecuencias más positivas de esta nueva etapa. A la
pregunta se si «están mejor sin jefes», le siguió un rotundo «sí, sí,
claro, sin ninguna discusión».
Como su compañero, Sideridis
destacó la extremadamente dura situación personal en la que se hallan.
«Para nuestras familias no hay otro camino, tenemos que sobrevivir en
estos tiempos tan difíciles. Hace meses que no cobramos pero gracias a
la solidaridad de Grecia y también de otras partes del mundo estamos
todavía vivos. Nuestra lucha es diaria», remarcó. Comentó al respecto
que han recibido la visita de personas procedentes de algunas de las
fábricas ocupadas en Argentina.
Sideridis reconoció que la
primera idea que llegó a su cabeza cuando, meses atrás, dejaron de
pagarle su salario fue violenta. «Creo que todos los trabajadores
tuvimos el mismo pensamiento, quizá por nuestra cultura», pero
posteriormente y con la mente en frío, llegó a encontrar junto a sus
compañeros «un camino que ha sido la mejor solución».
Desde hace
algo más de dos semanas todos los trabajadores se reúnen en asamblea a
primera hora de la mañana para discutir el orden del día, «nos asignamos
las tareas de acuerdo con la especialidad de cada uno y para que todo
el mundo esté en el lugar que se le necesite. Luego empezamos con el
control del stock y posteriormente vendemos los productos en subasta».
No
dudó en animar a los trabajadores de otros pueblos y naciones a tomar
el camino de la autogestión, pues «sin trabajo, sin dinero, sin ayuda
del Estado y con las fábricas cerradas, no hay otra solución que pensar
en hacer lo mismo que nosotros». Por encima de culturas y fronteras
«cuando no tienes nada que perder, esta es la solución», sentenció.
Antes
de finalizar la visita, otros trabajadores allí presentes también nos
insistieron en que «la lucha no debe limitarse a VioMe, para que sea
victoriosa debe generalizarse y extenderse a todas las fábricas y
empresas que están cerrando», porque solo a través de una red de
fábricas autogestionadas será posible alumbrar un nuevo tipo de
economía.
Nodo 50





