El G-20 y los socios en apuros
Los líderes de la eurozona consensuaron subir el fondo de rescate para ayudar a Grecia y también en previsión de futuras situaciones de emergencia.
Las dificultades para acordar un aumento sustancial del fondo de rescate de socios en apuros –el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera– y para aprobar medidas de reactivación de la hundida economía y crear empleo, implicaban de hecho el riesgo no sólo de abandonar a Grecia a su suerte, sino aceptar también, sin más, una recaída de la crisis, aún más aguda que la que se desató en 2008.
En una carrera contra reloj y en un clima de extrema tensión y múltiples reuniones, finalmente el miércoles pasado comenzaba a reconducirse el proceso y a encontrar alguna solución, o al menos lo que nos quieren presentar como solución, que suena en realidad a más de lo mismo, a prolongar una agonía, el euro parece haber sido tocado en su línea de flotación.
Los líderes de los 17 países integrantes de la eurozona consensuaron subir el fondo de rescate de los actuales 250.000 millones de euros a un billón –más de 1,4 billones de dólares–, de forma de poder cumplir con las promesas de ayuda a Grecia para que no caiga en default y también en previsión de futuras situaciones de emergencia en otros países.
Pero el eje franco-alemán, motor de la economía europea, junto al Banco Central Europeo y el FMI dieron su visto bueno a ese aumento, a cambio de durísimas condiciones. Así, no sólo le han exigido al primer ministro griego, Yorgos Papandreu, que acelere las medidas de ajuste y recorte social, sino que también han exigido otro tanto a países como Italia, que añade a sus problemas económicos una crisis política y una gran falta de credibilidad ante los inversores. Para cumplir con las condiciones impuestas por las autoridades europeas, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, tuvo a su vez que obtener, tras mucho esfuerzo y a último momento, el apoyo de Umberto Bossi, el líder de la xenófoba Liga Norte, su aliado vital para que no se derrumbe la coalición gubernamental.
La Unión Europea (UE) ha exigido igualmente una recapitalización de la banca, de forma de asegurar la solvencia de las entidades financieras para afrontar situaciones económicas aún peores que la actual. En casos como el español, la Autoridad Bancaria Europea (EBA) calcula que sus cinco bancos más poderosos, Bbva, Bankia, Banco Popular, Santander y La Caixa, necesitarían en conjunto 26.161 millones de euros para recapitalizarse y contar con un 9% de capital de máxima calidad cada uno. Según la EBA, la banca española es la más necesitada de capital de toda Europa, sólo detrás de la banca griega.
Aunque la decisión supuso una desagradable sorpresa para el Gobierno y la banca española, ambos han valorado que previsiblemente esas entidades no necesitarán ayuda pública para cumplir con las condiciones comunitarias.
La Unión Europea, y especialmente los miembros de su eurozona lograron con su acuerdo salvar un nuevo escollo, y las Bolsas lo reflejaron con alzas generalizadas, pero Europa vive con sobresaltos diarios. Hace sólo un mes, 111 diputados británicos –80 de ellos conservadores–, sobre un total de 483, votaron, con el respaldo de 100.000 firmas, a favor d que se celebrase un referéndum para que la población decidiera si quería seguir formando o no parte de la Unión Europea. La iniciativa fue derrotada, pero es una muestra más de la pérdida de apoyo político a las entidades comunitarias, a la vista de los resultados obtenidos con la unión.
Y otra expresión de la actual debilidad europea es el hecho de que aún habiendo acordado estos días el plan de elevar sustancialmente el fondo común europeo de rescate, la UE no confía en que pueda lograrlo sólo con sus propios recursos, sino que busca ansiosamente el apoyo de países emergentes. China, Rusia y Japón son hoy por hoy los países que cuentan con más bonos de la deuda pública europea, por lo que tienen parte del control de la situación en sus manos.
Los ojos se centran fundamentalmente en China, la segunda potencia económica mundial –para 2012 se prevé que ya será la primera–, país que controla la mayoría de los bonos de la deuda estadounidense y que aumenta día a día sus inversiones en Europa, África y América latina.
En esta era global se dan situaciones puntuales que parecieran pertenecer a un mundo al revés, como el hecho de que los Bric (Brasil, India, Rusia y China) hayan tenido recientemente una cumbre para analizar cómo podían ayudar financieramente a Europa.
Es un tema que sin duda estará sobre la mesa en la cumbre del G-20 de esta semana, pero la UE seguramente ha seguido con preocupación las sesiones de la Cumbre Iberoamericana de Asunción de este fin de semana. Nada menos que 11 de los 21 jefes de Estado invitados no han acudido a la cita. Se confirma, así, que América latina, que ha logrado un importante desarrollo en la última década, con altos índices de crecimiento y consumo interno, necesita seguir exportando a un ritmo sostenido sus materias primas, alimentos y energía y por ello no es la Europa en crisis la que más le interesa, sino países en plena expansión económica como China e India. Eso posiblemente se haga visible en esta cumbre del G-20 en Cannes.
El G-20, creado en 1999 para “promover un crecimiento global estable”, está compuesto por los países miembros del G-8, EE.UU., Alemania, Francia, Reino Unido, Japón, Canadá, Rusia e Italia, más varios países emergentes que se fueron añadiendo con los años, China, Arabia Saudí, Australia, India, Indonesia, República de Corea, Sudáfrica, Turquía, Argentina, Brasil y México. Además, forman parte del G-20 representantes de la UE –como bloque regional–, del FMI y del Banco Mundial. España participa como país invitado y en esta ocasión Nicolas Sarkozy ha invitado también a los Emiratos Árabes Unidos –en representación del Consejo de Cooperación de los Estados Árabes del Golfo–, Etiopía –que encabeza el Comité para el Desarrollo de Africa–; Singapur –por el espacio de Gobernanza Global– y Guinea Ecuatorial, por presidir actualmente la Unión Africana.
Sarkozy propuso incluir en la agenda no sólo temas relacionados con el sistema monetario global o el control de la fluctuación de precios de artículos, sino también el dramático tema de la seguridad alimentaria –1.000 millones de personas sufren hambre, según la FAO–, la producción agrícola y la necesidad de garantizar a todos una protección social mínima. Temas vitales para la humanidad, sin duda, pero, pese a haber sido incluidos en el orden del día en cumbres anteriores, han sido aplazados una y otra vez…por “falta de tiempo” para tratarlos. Temas que terminan cayéndose del orden del día o a los que se dedican sólo algunas frases grandilocuentes y promesas abstractas. Algo que lamentablemente puede repetirse también esta semana en Cannes.
Roberto Montoya





